«Aquello era una tumba; sólo la esperanza que tal vez podríamos salir de allí nos permitía vivir», escribe Moshé Haelyon. Esta frase define el sentimiento del poeta y prosista griego deportado con toda su familia desde Tesalónica (Grecia) hasta el campo de concentración de Auschwitz entre el 13 y el 14 de abril de 1943, en plena Segunda Guerra Mundial.
Nació en Salónica, en febrero de 1925, hijo de una vieja estirpe sefardita, a pesar de que su apellido proviene de Ha-Elion y sus antepasados eran originarios de Ayllón (Segovia). Con dieciocho años, después de haber estado en un gueto y de habérsele confiscado todos sus bienes, fue deportado a Auschwitz con su familia, la cual fue exterminada a su llegada, excepto él, que aún no se explica cómo se pudo salvar. El joven Haelyon permaneció en este campo realizando todo tipo de trabajos durante 21 meses, hasta la evacuación de Auschwitz.
Fueron tiempos muy difíciles, en los que fue incluido en dos de las denominadas marchas de la muerte y estuvo encarcelado en Mauthausen, Malchow y Avenze, de donde finalmente fue liberado en mayo de 1945 por soldados norteamericanos.
Emigrado a Israel, durante un tiempo hizo carrera en el ejército israelí, donde llegó al grado de coronel. Ya de mayor, se licenció en letras. Ha escrito y ha publicado poesía en ladino, y ha traducido la Odisea, de Homero, en esta lengua. También ha escrito un libro en homenaje a su hermana muerta, The girl in Auschwitz.
Moshé Haelyon es miembro de los consejos de gobierno de las instituciones Yad Vashem, el Centro de Organizaciones de Supervivientes en Israel, el Recanati Old Age Home y la Asociación de Supervivientes del Holocausto Griego de los Nazis.
Tiene un máster en humanidades por la Universidad de Tel Aviv, es políglota y su lengua materna, además del hebreo, es el ladino o castellano antiguo, que ha intentado preservar para que no se perdiera. Está casado y tiene seis nietos y cuatro biznietos.
Moshé Haelyon recibe el Premio LiberPress Catalunya 2014 por su lucha y resistencia, que hizo que sobreviviera a los jefes del exterminio nazis; por ser un símbolo de la humanidad rehecha sobre la barbarie; por su dedicación a preservar la memoria del holocausto; por su defensa de una lengua antiquísima, y por su dedicación al humanismo, la paz y la cultura.