Las manos levantadas, construyendo un triángulo. Un gesto que une las manos y junta los dedos pulgares y los índices para simbolizar el sexo femenino. Este gesto nació espontáneamente en un congreso en la Mutualité de París, en 1971, en el que intervinieron Simone de Beauvoir y otras figuras feministas y de la izquierda. Fue la romana Giovanna Pala la que, impulsivamente, hizo por primera vez este gesto como un símbolo o mensaje feminista, en contraposición al puño cerrado de unos chicos hacia el escenario, y así fue mucho más lejos que este puño. Desde entonces se volvió un símbolo, un gesto que se identifica con la lucha de las mujeres y niñas hacia la igualdad, contra el patriarcalismo y la subordinación de todo lo femenino, contra la falta de expresión, la explotación, la discriminación, la dominación y la violencia que sufren muchas mujeres por parte de los hombres y de una sociedad todavía demasiado machista. Un gesto que visibiliza una injusticia, una rebeldía y una subversión. Un gesto claro y revolucionario. Un gesto imprescindible.